Nadie sabe de tu pasado, excepto yo.
Siempre estoy ahí, cuando nadie mira; soy como la cara oculta de la Luna: nadie la ve pero todos saben que está ahí.
Te acompaño en las noches sin luna, en tu cuarto, en tu rincón favorito.
Siempre lloras y no lo comprendo. Intentas expulsar la tristeza cuando, lo único que consigues, es que la tristeza te domine.
Ya no te veo con amigos; tu vida se ha vuelto muy monótona: vas al instituto, llegas a casas y te encierras en tu cuarto.
A veces cuando te veo llorar, pienso que morirás ahogada en un mar de lágrimas pero, me confundes, porque después sales con una gran sonrisa en la cara.
¿Cómo lo haces? ¿Cómo haces para aparentar algo que no sientes?
Pero vuelves. Vuelves otra vez a ese punto sin retorno.
Y tengo miedo, vuelvo a tener miedo de que te ahogues.
¿Cómo alguien como tú puede acabar así?
Estoy viendo como decaes. Eres como una rosa que se marchita y que nadie nota.
Has ido más lejos y no te basta con herir tu alma, ahora pasas a tu cuerpo.
¿Por qué?
Has muerto pero respiras. Deseas que tu corazón se pare. Piensas que serás feliz así pero... no.
Solo es una mala racha, una muy mala racha., te lo aseguro.
Cuelgas de un hilo y lo peor de todo, abajo está el abismo, y de ahí si que no podrás volver. Sabes a lo que me refiero.
Odio verte sufrir, y tú odias verte.
Y, estando a un paso del abismo, aún me sorprendo al ver que, cuando te preguntan, siempre respondes:
"Estoy bien."
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