martes, 2 de julio de 2013

Capítulo 7.

Después de todo, no le tengo miedo a la vejez, pues al pensar en mi futuro, cada vez estoy más convencida de que pasaré todo este proceso, desde que me empiecen a salir canas y surgir arrugas de mi piel, junto a ti. No es por que lo haya soñado o por que lo diga por escribir algo en este papel blanco, simplemente porque cuando pasa el tiempo, los sentimientos que se ocultan del día a día sin verte, me hacen saber que la edad y la distancia no impiden que siga queriéndote cada vez más.
Hay días que me derrumbo y pienso en dejar de luchar o poder vivir sin tu imagen en mi mente, pero todo lo que hago se ha convertido en una parte de mi vida que cada día va ocupando más espacio.
Es ese sentimiento de satisfacción al saber que cada vez estoy más cerca de ti el que me ayuda a continuar luchando. Y es esa sonrisa, de dientes blancos como la luna llena, grabada en mi mente la que me enseñó a sonreír de verdad segundo tras segundo. Es tu persona, la que se asegura de que no me caiga al pozo del olvido; la que hace que cada día gracias a ti el corazón me lata más fuerte cuando pienso en ti.
Son demasiados propósitos para un solo año y después poder verte, pero merece la pena hacerlos, pues el abrazarte día tras día es incansable en mi vida. Son demasiadas cosas dichas inviernos atrás y acumuladas en este verano, pero algún día habrá que cumplirlas.
Guardo un frasco lleno de mi perfume, pues siempre me repites que te encanta mi olor. Yo no le daba mucha importancia hasta que volví a soñar con el dulce olor de tu piel. También guardo un par de sábanas blancas, pues son en las que te dije que sueño contigo y juramos dormir juntos algún día. Escondo un caja con dibujos, escritos y fotos, cosas sobre ti. Todo eso lo guardo en mi cajón de los recuerdos, junto a una cajita con regalos que aún tengo que darte.
Si envejecemos, intentemos hacerlo juntos, regalándonos sonrisas y besos con la mirada. Quiero que mientras pase el tiempo, la gente siga sin comprender nuestra forma de querer, que nos miren con curiosidad y extrañeza.
Si envejecemos, hagamos las mismas locuras de ahora, juntos, pues no hay nada más confortable que vivir una vida completa con la persona que quieres de verdad, esa que te hace enloquecer sin motivo; esa que intenta sacarte una sonrisa aunque sea por las malas..., una persona con la que te propones querer hasta el final de los tiempos.
Si no envejecemos juntos, al menos, me quedaré con tu imagen y tu sonrisa de diamantes en mi mente y en el corazón.
Pisamos el presente soñando con el futuro, por algo se inventó eso de soñar con cosas inciertas.

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